15 de septiembre de 2010

Terremoto, febrero de 2010: consecuencias.



    La Escuela San Andrés resultó con serios daños estructurales producto del terremoto que azotó a Chile la madrugada del  27 de febrero de 2010.  Los profesores iniciaron sus actividades 2010 el lunes 1 de marzo ante una realidad nada de auspiciosa: la Municipalidad había emitido un documento que acreditaba que el edificio no estaba apto para ser utilizado.  ¿Qué pasaría con los docentes y los alumnos?  La incertidumbre reinaba en cada uno de los rincones de la escuela y no había respuestas para los apoderados.  Ante esto, comenzamos a perder nuestra razón de ser:  los alumnos.  Si en diciembre cerramos con una matrícula superior a 200 estudiantes,  el correr de los días, el inicio de las clases en los otros colegios de la comuna y la incertidumbre de la continuidad de la escuela,  hicieron que  perdiéramos más de la mitad de los niños y niñas.
    Fueron días horribles.  Sin embargo, comenzamos a vislumbrar la posibilidad de continuar nuestra labor en otro lugar.  Primero, se pensó en comprar las casas y el parque que antiguamente pertenecieron a la familia Mosso y que hoy es un complejo perteneciente a la familia Podlech.  Aunque era un proyecto que involucraba muchos millones de pesos, sí era una excelente opción a largo y mediano plazo, lo que nos permitiría integrar enseñanza media.  El 5 de marzo, casi la totalidad de los profesores visitamos el lugar con el secreto deseo de poder concretizar algo casi inalcanzable.


Vista de la casa principal.

Vista de una de las casas que componen el complejo.

Parque.

Vista de otra de las casas del complejo.


      Nuestro primer sueño se deshizo en poco tiempo: la cantidad de dinero era demasiado alta para la institución.
      A poco andar surgió la posibilidad de que funcionáramos en la Escuela Santa Emma, perteneciente a la Fundación del Magisterio  de la Araucanía y que está a unos 20 minutos de Curacautin.  Los alumnos serían movilizados en transporte pagado por  la institución y los profesores reubicados en ese mismo lugar, hasta que se pudiera construir un nuevo colegio en un terreno que se compraría... comenzábamos a soñar nuevamente.